lunes, 15 de abril de 2013

XIII. Looking through the glass.

Y después del desenfreno, el sudor y los besos, se tumbó a mi lado y me dijo:

"No te enamores de mí"





Era algo que ya me había dicho antes, mucho antes, la primera vez que nos cruzamos.

Me había congelado aún más desde entonces.

—Yo ya no sé hacer eso le dije.

Claro que sí.
Pero no quiero repliqué de manera cortante.

Entonces me dio la espalda en la cama y siguió hablándome, casi en susurros, como si de verdad me hubiera conocido siempre:


Aún tienes mucho amor que dar, y eso es algo que no se cura sin más, ni saliendo, ni follando. Se choca con las paredes de tu corazón y te duele.


Juro que me dieron ganas de llorar, pero me las tragué con un orgullo presumible.


—Me hablas de ello porque es algo que has sentido, que incluso creo que sientes le dije.

—O puede que simplemente te conozca bien me contestó.
—No, yo creo que no. Creo que lo sientes. Realmente creo que estamos en el mismo punto.
—No.
Entonces disfruta mientras puedas sentir.

Se hizo el silencio por unos minutos. Después se dio la vuelta y me abrazó.


—Eres tonta me dijo.

—Probablemente sea más lista que tú respondí.
Yo también te quiero.


[...]


El silencio de falso sueño duró horas en las que mi estado de ánimo era un signo de interrogación, mientras trataba de retenerlo todo en mi mente.

Después se marchó y, como dice Sabina:


"Y la vida siguió. Como siguen las cosas que no tienen mucho sentido".

2 comentarios:

glolekisde dijo...

M A G N I F I C O.
Nada más

Eri dijo...

(he pensado brutal. solamente)