miércoles, 18 de enero de 2012

El sol en el viento frío.

Pocas cosas más tengo yo que decir al respecto en estos momentos.

17 Enero 2012


Y esque, siendo brutalmente sincera, pocas cosas me importan en esta etapa de mi vida realmente.
Crecer por dentro, un puñado de amigos, mi familia y él. Nada más. 
Y eso que hay mucha gente que ni siquiera se alegra por mí, y otras tantas que sonríen más que yo, pero ante eso sólo diré que si os parece bien mi modo de vida, genial, y si no pues a joderse, que hoy me toca a mí sonreír un poquito.

He dejado de morir lentamente esperando respuestas o demostraciones de afecto. Fui pisando con mucho cuidado cada baldosa de este camino, hasta que la señal llegó y me lancé al vacío... Ha merecido la pena. No me reconozco. O quizás sí, porque el núcleo sigue siendo el mismo, pero mucho más azul y desatado. Las circunstancias nos hacen cambiar, como las heridas que dejan cicatriz para que aprendamos de ellas.
Muchos de los que conocí siguen estancados sin saberlo, creyendo que pueden dar lecciones a los demás simplemente porque creen haber arreglado sus vidas de un plumazo. Las cosas no son así, requieren esfuerzo y dedicación para salir del túnel y volver al sendero apropiado. Quizás uno totalmente distinto.

Me gusta mi vida actual. No la cambiaría por nada. La dejo tal como está.
No he vuelto a andar perdida buscando un sentido a caminar desde que llegó.
Me ha dibujado el camino y me ha dado la mano para que lo recorramos juntos.
Siento que no podría ser más afortunada, que voy a explotar, pero siempre tiene recursos para hacerme volver a sonreír en su perfección añil. Salva mis horas, minutos y segundos. Le da cuerda al reloj, sentido al tic tac. Me levantó en volandas para llevarme lejos de la cuerda floja, al lugar más seguro, sus brazos... Y nunca jamás sentí tanta calma. Poder respirar tranquilamente hasta morir de amor escuchando el latir de su pecho. Es difícil de explicar. Tienes que vivirlo como lo vivo yo.

Desespero en su recuerdo tras cinco minutos de haberle visto alejarse...y se me llena la cabeza de relojes en cuenta atrás...contando cada segundo que me queda para volver a verle.

El resto del mundo se me hace amargo cuando se va. Lo ilumina. Debe saberlo. Lo veo en sus ojos.
Nunca es suficiente, las horas se me hacen cortas como suspiros. Sé que la cama me echa de menos y se queda fría. Sé cuánto le extraño yo. Pero no importa... Porque un día más es un día menos. Y nunca está lo suficientemente lejos.

Siempre conmigo, siempre.
Es fácil sentirlo, lo sabes.
Ni dos milímetros de separación...


Te quiero.

1 comentario:

Isi G. dijo...

Cómo me alegra verte tan feliz, pequeña azulita^^

¿Sabes? Me recuerdas a mí ahora, ahora me siento más bien que nunca también... La pena es que nos separan 700 kilómetros, pero aún así lo siento cerca.

Se nota que estamos ahora con la persona que nos tenía preparado el destino. La persona que nos llena. La persona perfecta.

Me alegra verte tan feliz^^ Un besazo!!!