miércoles, 12 de octubre de 2011

Algo nuestro.

Ella quería memorizar cada uno de sus lunares.

Cuando él se daba la vuelta lo observaba fijamente.
Se decía a sí misma "vamos, vamos, guarda este momento en tu mente, cada uno de sus lunares, cada uno de sus gestos, cada una de sus caricias..."
Y cerraba los ojos lo más fuertemente posible, hasta que dolían, para que aquella imagen se quedase impresa como una fotografía en la eternidad de sus recuerdos.

No haría eso si no tuviera siempre esa sensación de que aquello podía romperse. 

Que era efímero, frágil, que podía evaporarse. Cuando miraba en sus ojos todo se le antojaba a tragedia. Se veía con 40 y él ya no estaba, y no sabía por qué. Maldito cerebro traicionero.

Pero "¡calla!" se decía en sus adentros.
Ahora no es el momento.
Sólo límitate a respirar.
Estas situaciones siempre duran poco, (o al menos, se le hacían muy cortas...)



Podía estar segura de que aquello que había vivido hacía escasos minutos era cierto.
Su pelo había rozado cada recoveco de su cuerpo, mientras ella sólo se dejaba llevar.
Como una alucinación, un sueño etílico y lisérgico, una espiral llena de luces.


Después, sólo calma y sábanas.
Dejar pasar las horas, vestirse y salir...otra vez.


Al menos ya había guardado esos instantes para siempre, dentro de sí.



1 comentario:

Equilibrista dijo...

bonito relato... atrapar instantes eternos, atrapar estrellas titilantes...

un saludo