jueves, 27 de junio de 2013

Es un sueño recurrente...

Que me atraviesa y jamás acaba.





A veces se cuela entre mis pesadillas y por un momento siento que respiro como no he respirado en quince años. Un aire puro capaz de hacerme recordar cada momento feliz. Corriendo entre las amapolas, arañándome las piernas y riendo sin parar.

Hay cosas que parecen tremendamente triviales cuando las vivimos, pero que se quedan grabadas para siempre en la memoria. Desde que fui consciente de que los momentos vividos se desvanecen y no vuelven jamás, cada vez que vivo algo especial en mi mente resuena un "grábalo a fuego y recuérdalo siempre".


Su espalda y el número exacto de la constelación de sus lunares están impresos como una foto en mi memoria. Incluso el tacto de su pelo, de sus labios y su piel. No recuerdo el de nadie más, y es curioso, ya que después de él han pasado muchos por mis sábanas.

Han pasado once meses desde que se marchó y lo siento como ayer. Me destroza el alma escribir esto y aún así me siento como si su sombra me cubriera las espaldas. Ya no sé si volverá.

Tengo tantas cosas en las que pensar para reorganizar mi vida... pero siempre termino escribiendo sobre lo mismo. Soy incurable. Mi abuela me seca las lágrimas y me besa la frente cuando le digo estas cosas. "Todo tiene solución menos la muerte".


Ojalá sólo fuera el "mal de amores" que cuentan en los pequeños pueblos, y no un dolor existencial que te parte el alma en dos simplemente con notarte despierta cada mañana. Una más. Y nada lo para.
Hace poco hice un comentario en cierto lugar público:
"Cuando una persona está convencida de que va a morir, ni el mayor apoyo, ni el mayor sacrificio de sus seres queridos puede salvarle. Puede que sí a corto plazo, pero no para siempre".
Ojalá lo hubiera dicho por decirlo. Ojalá pudiera abrir los ojos lo suficiente como para imaginar mi futuro. Pero no puedo. Me sorprende seguir aquí y que ya sea Junio de 2013. Casi Julio. A veces siento la esperanza vibrando en mi estómago hasta que me percato de que son las mismas mariposas de siempre, hartas de ser orugas, crisálidas y volar otra vez. Siempre igual. Siempre ese ciclo. Cansadas de que las ahogue con vodka negro, cerveza, humo y pastillas.

No me encuentro. Me siento como un trapo mojado puesto a secar, olvidado en el tendedero.
Siempre con metáforas. No tengo remedio.


Soy de un azul violáceo desde el día nueve de Diciembre de 2012. Nunca estuve tan helada ni amoratada. Mi pelo hace juego con mis cicatrices. Oh.


Siempre que me planteo escribir tres frases termino vomitando.
Este blog ya tiene cinco años.
Yo tengo la melena por la cintura, más de cuarenta cicatrices ya mencionadas, las pupilas dilatadas y el corazón como un cubito de hielo.


Este frío se clava en las costillas como una navaja suiza.
Y siento que es hora de marcharme a dormir.

Todo se irá. Sé que en algún momento todo se irá.
Y estaré bien.

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