martes, 12 de febrero de 2013

Elévame.

Sin tocarme.



He encontrado la luz al final de mi ser. Un túnel sin salida iluminado por la esperanza.
Siente la sangre palpitar, pregúntame cómo lo he hecho. Tómame el pulso, araña mi piel.
Grita, suplícame que abandone, que vuelva a ser la de antes, la que no se sostenía más que por ti.
Pero ya no más, nunca más. No me arrastraré, me están saliendo las alas. Mi espalda se rompe...



No sé si eres feliz, ni siquiera sé si de vez en cuando piensas en mí o me extrañas, pero ya no me torturo. Algún día encontraré la valentía para no callar mi historia. Para presentar a todos mi precipicio, aquel que sobrevolé después de mucho esfuerzo. No tengo miedo a nada. Y tengo mucho que perder. Eso es lo que me ata y me ayuda a respirar.

He perdido la cuenta de las veces que me he derramado. He perdido la cuenta de mis cicatrices. He perdido la cuenta de los besos que te di e incluso de los que me guardé por no incordiarte. Estoy cansada de escribirte, cuando ni siquiera sé si me lees. ¿Quieres un café?


El mejor de mis amantes a día de hoy, tiene cuatro cuerdas y me susurra su música apoyado tiernamente en mi hombro. No tiene sangre, no late, pero tiene alma. Me está destrozando el brazo izquierdo, pero es un dolor que merece la pena. Si hubiera tocado el violín cuando te fuiste, como hice la primera vez que me abandonaron, no hubiera mirado desarmada a mis monstruos. ¿Hay mejor arma que la pasión sin frenos?
Fréname si puedes.

Me han dicho que deben dejarme chocar y quemarme. Que aprenderé que cuidándome me haré más fuerte. Quiero que conozcas mi caos. La ropa en el suelo, los nudos en mi pelo, los moratones en la cadera y las heridas de mis brazos.Mis ojeras cuentan la historia de todo lo que echo de menos.


No sé si poseo algo. No sé si estoy sola o acompañada en el camino. No sé si estoy llena o vacía por dentro. No sé si hace tiempo que vivo o me dejo morir...
Pero si quieres venir, sólo tienes que cruzar la puerta.

Y dime...

¿Bailamos?


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