No sientes nada.
Estás en punto muerto.
Y llega, sin avisar, pero llega.
De manera inoportuna, pero llega.
El momento nunca te parecerá lo suficientemente perfecto.
Nunca.
Pero llega.
Y te atraviesa.
Pero esta vez no vuelve a salir...
Ya no.
Es diferente.
Ni lo llamaste ni lo esperaste.
Tampoco piensas retenerle contra su voluntad.
Pero como tú ya sabes, ahí está.
Llego, te atravesó...
Y se quedó contigo.
Y no te parece nada mal...
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