martes, 15 de enero de 2013

You don't know me.

Hola, querido anónimo.


Probablemente te preguntes el porqué de esta entrada. 
Es algo que irás entendiendo al avanzar leyendo.

He explicado muchas veces lo que son las máscaras para mí, las corazas, las armaduras, las dos caras de la moneda. Todos tenemos un "yo" reservado sólo para nosotros mismos, y otro "yo" que enseñamos al público como quien airea su ropa íntima en un tendedero. Simplemente a veces, como seres humanos que somos, creemos saber todo de una persona basándonos sólo en aquello que nos muestra. Y no debemos confundirnos.
Ahora me toca hablar de mí para enseñarte el ejemplo.

Apuesto lo que sea a que crees saber quién soy por lo que lees aquí o en cualquier otra parte. 
Sabes que tengo el pelo azul, que llevo piercings, que estudio arte, tengo tatuajes, veinte míseros años de vida, que mis padres están separados y mi padre tiene pareja, que he tenido ciertos problemas con mi padre pero que le quiero con locura, que tengo hermanastros, que adoro a mi hermano menor, que tengo un pastor alemán, que mi madre es rubia, que soy fumadora social, que me gusto tal y como soy aunque algunos me critiquen por mi peso, que me he vuelto casi de piedra después de mi última experiencia amorosa, que hago fotos desde pequeña, que tengo mucho carácter, que me gusta Pink Floyd, Patti Smith y Bob Dylan, que toco el violín, que canto, que vivo en un piso de estudiantes e incluso que me medico. Y hasta aquí puedo leer.

A partir de esta información, tú te tomas la libertad de opinar y tergiversar todas mis palabras. E incluso de ponerlas en duda, tacharme de inculta, de mentirosa, de fantasiosa, de loca.
Bien, pues esto es sólo lo que yo quiero mostrarte, querido anónimo. Ni más ni menos que mi mayor máscara. Esto es lo que yo quiero o no me importa que conozcas de mí.
Puedes decirme que me lees asiduamente por aquí, por mi ask, o incluso que me acosas por mis redes sociales, pero siempre leerás lo que yo quiero que leas. No me tomes por tonta, no se me escapa la información sobre mí. Ya no tengo cinco años ni soy una bocazas.

Y bien, ¿crees que me conoces como para poder juzgarme? Permíteme ponerlo en duda.
Seguramente no sepas de mí, las cosas que me hacen ser quien soy.



Que me gusta peinarme cien veces nada más levantarme aunque siempre termine con la melena despeinada. Y me encanta. 
Que suelo llevar el labio partido y sangrando, porque se me queman con frecuencia.
Que soy torpe por naturaleza y de cuando en cuando es normal verme con las medias rotas y las rodillas peladas como si fuera una niña.
Que normalmente llevo las manos manchadas de tinte, de tinta china, de pintura o de cualquier cosa similar. Y que a veces ni siquiera recuerdo en qué momento me las manché.
Que mis amigos dicen que huelo a especias, y eso me hace sonreír.
Que el café que me tomo por las mañanas hecho por mi compañera de piso María José sabe a Navidad, a música bonita y a bailes mañaneros.
Que los mejores besos que me han dado, también me han hecho sangrar hasta casi morir, como si fueran dagas clavadas en mi cuerpo.
Que no sé dormir con pantalones ni calcetines, y aún no he descubierto si se me da mejor dormir sola o acompañada.
Que cuando estoy triste, muy triste, abro la ventana de mi cuarto por la noche cuando más frío hace y me desnudo.
Que tengo memoria de elefante incluso para cosas que no son mías. Recuerdo con exactitud detalles de mis 3, 5, 7 años. Y que a veces me alegro por ello, y otras veces me derrumbo a base de recuerdos.
Que suelo acordarme de todo lo que sueño, y mis sueños son tan vívidos que puedo detallarlos.
Que me paso de espiritual, algún día terminaré flotando. Pero también me paso a veces de sarcástica, irónica y fría. Y sólo soy sentimental y dulce con mis amigos, o con personas que me dan buenas vibraciones desde el primer "hola".
Que se me humedecen los ojos cada vez que veo a un perro en la calle, y cada vez que escucho Not Dark Yet de Bob Dylan.
Que la primera canción que aprendí a cantar en mi vida fue "I want you", también de Dylan, seguida de "la cucaracha". Y hay vídeos que lo prueban.
Que si no fuera por el arte hace mucho que me habría quitado la vida. En mis peores momentos me he escapado de la soga que ataba mi cuello con el simple hecho de sujetar un lápiz sobre un folio en blanco.
Que a veces prefiero mi soledad y mis vellos de punta escuchando música a echar un polvo.
Que cuando estoy sola en casa me gusta bailar.
Que mi sentido de la justicia y la lealtad son tan estrictos que me han traído problemas.
Que hay un barrio entero de Sevilla que no he vuelto a pisar porque me parte en mil pedacitos.
Que me gusta ir en silencio en mis viajes de tren y autobús y no me gusta charlar. Y si no voy escuchando música tiendo a marearme muy mucho.
Que relaciono a ciertas personas con olores, colores, sonidos, canciones. E incluso soy capaz de relacionar todo esto entre sí.
Que amé, amé hasta romperme, y ahora me cuesta no huir cuando veo brillar los ojos de la persona con la que hablo.Y que suelo rezar para que nadie se enamore de mí. Insensato.
Que las croquetas de mi abuela y las albóndigas de mi madre son archiconocidas por mis amigos.
Que en verano puedo pasarme días enteros metida bajo el agua buceando.
Que sin mis escapadas al mar me asfixiaría, y necesito mis dosis de artisteo con mi mejor amiga.
Que soy tan lógica que cuando algo escapa de mi entendimiento o tengo un problema que no puedo solucionar por mí misma me dan serios ataques de ansiedad.
Que tengo tantas cicatrices en el cuerpo que podría contarte millones de historias más... pero ahora mismo no me apetece.


... 


Me hubiera gustado verte en la primavera de 1995, querido anónimo. Sentado en el suelo de casa de mi padre junto a mí, escuchando en repetición I wish you were here en el equipo de música, constantemente sonando a todo volumen. Con la puerta de la calle abierta y todas las ventanas de la casa dejando pasar el sol. El olor de las hojas. La ignorancia de la niñez. O cuando mi madre me leía antes de quedarme dormida, y el olor de las sábanas de franela y los libros de biblioteca antigua inundaban mi habitación. Aún puedo sentirlo.
Los mejores años de toda mi vida.

Igual así podrías conocerme. Podrías saber quién soy. Pero no es así. Y todo lo que pueda escribir aquí  se quedaría corto.

No, no sabes quién soy. A veces ni siquiera yo lo sé, pero al menos sé lo que he vivido y lo que me hace ser la persona que soy ahora. Estoy orgullosa de la persona en la que me he convertido, a pesar de todas las adversidades. Esto es lo que soy.


Puedo seguir escribiendo sobre mi coraza, y tú seguirás leyéndome y creyendo saber; pero jamás de los jamases podrás conocerme. 


Eso es algo, que sólo está reservado a los que saben volar.



Buenas noches.

6 comentarios:

Isi G. dijo...

Sinceramente, deberías pasar de ese anónimo toca pelotas. Está claro que es alguien que busca hundirte como sea, tocarte las narices, así que intenta no darle cancha, hacerle el mínimo caso y que le den por culo sin amor ninguno.
¡Besazos, sirenita azul!

Lidia dijo...

No te conozco, ni te conoceré igual nunca. Pero lo que has querido ir contando de ti te hacen no grande, sino monstruosa (como apelativo positivo de superioridad personal).

No tengo idea ninguna de qué ha ocurrido pero por lo poco que intuyo y desde mi reducido punto de vista te digo que siempre hay quien tiene crítica y no constructiva precisamente hasta para el sabor textura o color del agua. Que podrías desatar voraces envidas siendo como eres de ingeniosa y artística y que seas como seas eres tú la única que tiene argumentos válidos para opinar o judgar sobre tu vida, o sobre máscaras que nos vas destapando.

Tu espacio anima mucho a hacer cosas bellas, a escribir y a vivir la vida en forma de poesía, a mirarla desde otros filtros.

Mucho ánimo. Y sé que estas cosas que he comentado ya las sabrás y estarán como premisas en tu vida. Pero a veces también anima oír otras críticas.

Danny dijo...

Eres la tía con más ovarios que he conocido en toda mi vida. Ojalá no acabe como tú.

Cörvus dijo...

Danny: Ni te conozco ni sé qué quieres decir con el comentario, podrías explicarte y tal.

Miauschwitz dijo...

He marcado esta entrada como "genial". Cuando lo he hecho había cinco votos de cinco personas que opinan lo mismo que yo, pero esa cifra queda cortísima. Todos tenemos nuestra coraza, a veces nos protege de nosotros mismos y otras veces sólo hace daño, pero no todos somos tan valientes de admitir que la tenemos. De hecho me atrevo a escribirte estas líneas desde el anonimato de Internet, tal vez si te tuviera delante no sería capaz de decírtelo.
No te conozco, ni siquiera aspiro a conocerte; tampoco sé si todo lo que dices es cierto, y probablemente no lo sabré nunca; pero de lo que sí estoy segura es de que eres alguien que vale la pena. Y ahora me voy a vomitar arcoiris o a morirme de vergüenza por haberme puesto tan sentimentaloide.
Besos.

Cörvus dijo...

Pues yo quiero saber quién eres... Miauschwitz... y muchas gracias... :)