sábado, 4 de febrero de 2012

Espirales de demencia

Ya me han vuelto a dar las 6 de la mañana.
A veces cierro los ojos y creo que nada de esto está pasando.
Es algo extraño, para nada recurrente, pero sucede.

Esto se lee escuchando: K's Choice-Not an addict.



La mente en blanco y vuelvo atrás. Tengo un hueco ahí en el medio del pecho que no se cierra ni grapándolo. Es complicado de explicar. Sé que falta algo y que ese algo faltará siempre. El hueco necesita volver al pasado para dejar de existir en mí. Realmente es una obsesión con mi infancia lo que tengo, aunque no fuera feliz. Quizás la inconsciencia de esos días era lo que me hacía sonreír. Es extraño. Si cierro los ojos me teletransporto a aquellos tiempos, pero como viéndolos a través de una cámara lomográfica. Todo con un filtro de fotografía amarillento, casi sepia y las imágenes muy estropeadas... Pero todos sonreímos. 

Tengo mis días, como todos, supongo.
Cuando me enfado, grito, lloro y golpeo la pared deseo no haber vivido ni haber visto la mitad de lo que tengo en mi memoria. Necesito ver el mundo desde un enfoque "normal". Niños que crecieron con padres, sin ir de aquí para allá, sin rumores, sin llantos, sin miradas ni acusaciones. Deseo no haberlo estropeado años después tropezando con una piedra casi gemela a la primera. Deseo no haber provocado daños colaterales a personas que no tenían porqué sufrir con todo ese sinsentido...
Pero ya no puedo cambiarlo.
A lo mejor así es como debe de estar.
Sin esas vivencias ni siquiera sería quien soy a día de hoy.

He visto demasiado, repito en mi cabeza.
Cosas que aunque muchos penséis que son "guays" o "de película" nadie debería ver ni vivir.
Cosas de las que es mejor alejarse para siempre.
A veces la locura llama a mis sienes gritándome que quizás ese sea mi destino al fin y al cabo, la espiral de demencia que vi, que viví, sólo era la introducción de la historia.

"¿Acaso no buscas liberación de tu dolor? Puede que esté en todo aquello de lo que huyes" repite mi cabeza.
Pero no puedo hacerlo. No quiero más episodios de los que arrepentirme en el currículum.
Y es entonces cuando me ato las manos mentalmente, me tapo con una manta y me quedo dormida...

O echo a correr.


Sin más.



[Disculpad la paranoia, volveré, lo prometo. Pero con cosas con sentido y demás.]

1 comentario:

Isi G. dijo...

Aunque las malas experiencias nunca se olvidan y nos marcan, nos hacen ser quienes somos, nos hacen madurar.

Un besazo, preciosa!!