Cuesta abajo y sin frenos.

Así es como voy últimamente.

Esto se lee escuchando: Fine Again-Seether.

Desatando las cadenas.

Arrancando clavos de mi piel.

Curando mis heridas.

No podía estar más tiempo llena de sangre.

Era demasiado doloroso y humillante.

Tenía que abrir las heridas, sacar las balas de lo más profundo y coser.

Eso es lo que estoy haciendo.

Ya son dos...curadas.

No sé cuántas son en total, muchísimas. Algunas ni siquiera quiero que sanen.

Otra está en proceso, pero no sé si quiero que cierre y me haga olvidar.

Hay cicatrices que merecen ser grandes y palpitantes, para recordarte que algo salió mal.

Algunas personas me dicen que soy una máscara detrás de otra.

Eso es sólo a veces. No suelo llevar máscara. A mi yo interno no le gusta poner malas caras.

"Siempre que te veo aparentas estar tan bien...y luego te leo y cada vez estás peor."

Ey, tranquilos, no pensaba tirarme por un pozo ni cortarme las venas. Aún me quedan fuerzas.

A veces lloro en las esquinas de mi cuarto preguntándome por qué sigo aquí.

Luego salgo a la calle y parece que todo va de perlas hasta que...algo, una chispa, me hace saltar.

Recuerdo que todo no es tan bonito, que las cosas no me van bien, que la vida no me llena, y los ojos se me llenan de un brillo extraño, sabor a derrota, sabor a desgana y a muerte lenta.

Confieso que a veces si que me gustaría abandonarme al viento que sopla desde lo más alto de mi casa.

A veces hasta estas cuatro paredes, las más bonitas del mundo entero, me queman como el infierno...

Y que desde hace demasiado tiempo, (ya no recuerdo cuánto), no hay nada que me haga aferrarme a mi propia existencia. Nada. Nada en absoluto.

Pero sigo aquí.

Y eso me hace dudar hasta de mí.

Porque...creo que la larva ya no es larva.

Es mariposa.

Sólo que está demasiado exhausta para salir de la crisálida...

Y no sabe si dejarse morir o volar.

Y para volar...aún hace falta mucho, mucho tiempo...