viernes, 11 de marzo de 2011

Bob Dylan Interview 1966 (Parte II y última)

Segunda y última parte de esta entrevista a Bob Dylan en febrero de 1966, a cargo de Nat Hentoff. Para leer la primera parte, haz click aquí.
Traducción: Martín Abadía


Hasta el momento en que abandonaste las canciones “con mensaje,” no eras considerado solamente un voz importante en el movimiento estudiantil de protesta sino también un campeón militante en la lucha por los derechos civiles. Según algunos amigos, parecías sentir un vínculo especial de parentesco con el SNCC (Comité Coordinador de Estudiantes contra la Violencia), al cual apoyaste activamente como voluntario y como cantante. ¿Por qué hoy te has retraído con respecto a estas causas? ¿Has perdido  tanto interés en las canciones de protesta como en la protesta misma?
En lo que concierne al SNCC, conocía a algunas personas que estaban en él, pero las conocía sólo como gente, no como parte de algo que era más grande o mejor que ellos mismos. No supe lo que eran los derechos civiles hasta que los conocí. Digo, sabía que hay negros y que hay gente a la que no le gustan los negros. Pero tengo que admitir que si no hubiese conocido a la gente del SCNN, habría pensando que Martin Luther King no era nada más que un héroe de guerra en desgracia. No he perdido interés alguno en la protesta desde entonces. Antes no tenía interés alguno en la protesta – tanto como no lo tenía en los héroes de guerra. No puedes perder lo que nunca has tenido. Más allá de todo, cuando no estás conforme con tu situación, o bien te desinteresas o bien lo enfrentas. No puede quedarte ahí y ponerte a lloriquear. En ese caso, la gente se vuelve consciente del ruido que haces, pero no se vuelve consciente de ti. Aún cuando te den lo que quieres, será porque estás haciendo mucho ruido. Lo primero que sabes es que quieres otra cosa, y luego otra cosa, y luego otra cosa, hasta que finalmente deja de tener gracia, y lo que sea contra lo cual protestes al final se vuelve un hastío y empieza a molestar a todo el mundo. Por supuesto, puedes tratar de reunir gente que es menos que tú, pero no te olvides de que estás jugando con la gravedad. Yo no peleo con la gravedad. Creo en la igualdad, pero también en la distancia.

 ¿Te refieres a gente que mantiene cierta distancia racial?
Creo en la gente que puede mantener lo que tiene.

Cierta gente quizás pueda sentir que tratas de escabullirte de las cosas en las que crees.
Esa sería gente que piensa que tengo algún tipo de responsabilidad para con ellos. Probablemente quieran que les ayude a hacerse de amigos. No lo sé. Probablemente quieran encerrarme en sus casas para que salga afuera a cada hora y les diga qué hora es, o para meterme debajo del colchón. ¿Cómo pueden entender lo que yo creo?

Bueno, ¿en qué crees entonces?
Ya te lo he dicho.

Bien. Muchos de tus colegas siguen involucrados activamente en la lucha por los derechos civiles, con libertad de opinión, más allá de Vietnam. ¿Crees que están equivocados?
No creo que estén equivocados, si es eso lo que piensan que deben hacer. Pero no creas que lo que tienes ahí fuera es un montón de Budas, desfilando una y otra vez. La gente que usa a Dios como un arma debería ser acabada. Los ves por todos lados, todo el tiempo: “Sé bueno o no le gustarás a Dios y te irás al infierno.” Cosas así. La gente que marcha con slogans y cosas por el estilo tiende a creerse sagrada. Sería muy pesado si ellos también empezaran a usar a Dios como un arma.

¿Piensas que no tiene sentido dedicarse a causas de paz y de igualdad racial?
Tiene sentido dedicarse a la paz y a la igualdad racial, pero no tiene sentido dedicarse a su causa; eso verdaderamente no tiene sentido. Es muy misterioso. Decir “causa por la paz” es como decir “trozo de manteca.” Digo, ¿cómo puedes escuchar a alguien que quiere que creas que se dedica a un trozo y no a la manteca? La gente que no puede concebir cómo otros hacen daño: ellos son los que están cambiando al mundo. Todos temerosos de admitir que en verdad no se conocen entre ellos. Probablemente estén aquí mucho después de que nosotros nos hayamos ido y hayamos dado a la luz a los que vendrán. Pero ellos mismos – No creo que ellos den a luz a nada.

Suenas un poco fatalista.
No soy fatalista. Los cajeros de los bancos lo son; los oficinistas son fatalistas. Yo soy un granjero. ¿Se ha escuchado alguna vez a un granjero fatalista? No soy fatalista. Fumo muchos cigarrillos, pero eso no me hace fatalista.

Te citaron recientemente diciendo que “las canciones no pueden salvar al mundo. Yo ya he pasado por eso.” Lo tomamos como que no compartías la creencia de Pete Seeger de que sí pueden cambiar a la gente, que pueden ayudar a construir una comprensión a nivel internacional.
En lo que refiere a la comprensión a nivel internacional, está bien. Pero tienes un problema con la traducción aquí. Cualquiera con tu nivel de pensamiento tiene que además pensar en la traducción. Pero, en todo caso, no creo que las canciones puedan cambiar a la gente. No soy Pinocho. Considero eso como un insulto. No soy parte de ello. No culpo a nadie por pensar así. Pero no les doy un solo centavo. No considero tampoco que sean conservadores; son más bien de la categoría de los arribistas.

¿Qué piensas de los que corrieron el riesgo de ir a prisión al quemar sus cartas de reclutamiento en oposición al interés de Estados Unidos en Vietnam, y rehusarse –como lo ha hecho tu amiga Joan Baez- a pagar impuestos a la ganancia como protesta contra a los gastos en armamento y en la guerra? ¿Crees que están perdiendo el tiempo?
Quemar las cartas de reclutamiento no va a detener la guerra. Ni tampoco va a salvar vidas. Si alguien se siente más honesto consigo mismo al hacerlo, es genial; pero si hace que se sienta más importante, es un agobio. En verdad no sé mucho de los problemas que tenga Joan Baez con los impuestos a la ganancia. Lo único que puedo decirte sobre Joan Baez es que no Belle Star.

Un columnista describió a este tipo de manifestantes como “incineradores barbudos de cartas de reclutamiento y evasores de impuestos a la ganancia,” ubicándolos no lejos del lugar social que ocupan los yonquis, los homosexuales y los asesinos en masa. ¿Cuál es tu reacción frente a esto?
No creo en esas palabras. Hay mucha histeria allí. No describen nada. Mucha gente piensa que homosexual, gay, maricón, drag queen y tortillera son la misma palabra. Todos piensan que un yonqui es un monstruo que se droga. En lo que a mí concierne, yo no me considero nada. Sólo me considero apartado.

Joan Baez abrió hace poco una escuela en el norte de California para guiar a los que luchan por los derechos civiles por el camino de la no violencia. ¿Sientes compasión por algo así?
Si te refieres a estar de acuerdo o no, en verdad no veo nada con lo que tener que estar de acuerdo. Si te refieres a si algo así tiene mi aprobación, es probable que sí la tenga, pero mi aprobación no podría hacerle ningún bien. No sé nada de la compasión de los demás; la mía está con los caídos, los pobres y las cosas bellas. Tengo la sensación de estar perdiendo poder –algo parecido a un sentimiento de reencarnación. No siento lo mismo por lo mecánico, como los autos y las escuelas. Seguro que es una escuela preciosa, pero si me preguntas si yo iría, tendría que decirte que no.

Para ser el tipo que abandonó la universidad en el primer año, pareces tener un visión bastante oscura de la enseñanza en general, no importa cuál sea el tema.
En verdad, no he pensado en ello.

Bueno, ¿te has arrepentido alguna vez de haber dejado los estudios?
Eso sería ridículo. Las universidades son como los geriátricos. Exceptuando que muere más gente estando en la universidad que en un geriátrico, no hay mucha diferencia. Mucha gente tiene dones –la oscuridad, por ejemplo- y pocos son agradecidos de ello. A todos se nos enseña a ser agradecidos por la comida, la ropa y cosas como ésas, pero no a ser agradecidos por la oscuridad. Las escuelas no enseñan eso; enseñan a la gente a ser un rebelde o a ser abogado. No voy a tirarme contra el sistema educativo; eso sería demasiado tonto. Se trata solamente de que no hay mucho que enseñar. Las universidades forman parte de las instituciones norteamericanas; eso tiene el respeto de todos. Tienen mucho dinero y mucha influencia, pero no tienen nada que ver con la supervivencia. Eso lo sabe todo el mundo.

¿Le aconsejarías a la gente joven que abandone la universidad entonces?
No le aconsejaría nada a nadie. Verdaderamente no le aconsejaría a nadie que no vaya a la universidad. Tan solo no esperaría nada de su camino en la universidad.

¿No crees que las cosas que uno aprende en la universidad pueden ayudar a enriquecer la vida de uno?
No creo que algo así vaya a enriquecer mi vida, no – no mi vida, al menos. Las cosas suceden más allá de que yo lo sepa o no. Tan solo se vuelve complicado cuando te apegas a ello. Empiezas a no darte cuenta de por qué las cosas se mueven. Dejas que se muevan; las ves moverse; haces que se detengan; y empiezas a moverte. Pero no te sientas allí para tratar de darte cuenta de por qué se mueven –a menos, claro, que seas un imbécil inocente o algún japonés sabio. Más allá de la gente que se queda allí preguntando “¿por qué?” ¿cuántos son verdaderamente los que quieren saber?

¿Puedes sugerir un uso mejor para los cuatro años que pasas en la universidad?
Bueno, puedes perder el tiempo en Italia; ir a Mexico; puedes trabajar como lavaplatos; puedes ir a Arkansas. No sé, hay cientos de cosas que hacer y lugares a los que ir. Todos creen que debes de darte cabezazos contra la pared, pero es una tontería si en verdad lo piensas. Digo, aquí tenemos científicos fantásticos tratando de prolongar la vida humana y tenemos también gente que da por sentado el hecho de que hay que mirar a la pared para ser feliz. Puedes escoger la que menos cercana esté de un insulto. Yo creo que hay que ir donde tus deseos están al desnudo, donde eres invisible y nadie te necesita.

¿Clasificarías al sexo entre tus deseos allí donde sea que estés?
El sexo es algo temporario; no es amor. Puedes conseguir sexo en cualquier lugar. Pero si buscas a alguien que te ame es diferente. Creo que no hay que abandonar la universidad para eso.

Que hayas abandonado la universidad, ¿significa que no has encontrado a alguien que te ame?
Pasemos a la próxima pregunta.

¿Tienes dificultades para relacionarte con la gente –o viceversa?
Bueno, a veces tengo la sensación de que la gente quiere mi alma. Si les digo, “No tengo alma,” me dicen “Ya lo sé. No tienes que decírmelo. No a mí. ¿Qué tan tonto te crees que soy? Soy tu amigo.” ¿Qué puedo decir más que lo siento y que me encuentro mal? Quizás sentirse mal y sentirse paranoico sean la misma cosa.

La paranoia es uno de los estados mentales a los que muchas veces se accede mediante algún alucinógeno, como el peyote y el LSD. Considerando el riesgo que está en juego, ¿crees que este tipo de drogas deben formar parte de las experiencias de madurez de un joven?
No le aconsejaría a nadie usar drogas –especialmente drogas duras; las drogas son medicinas. Pero el opio, el hash y la marihuana no son drogas; tan solo tuercen un poco tu cabeza. Creo que la cabeza de todo el mundo debería torcerse de vez en cuando. Pero no es lo mismo en lo que respecta al LSD. El LSD es una medicina, una medicina diferente. Te hace consciente del universo, por así decirlo; te das cuenta de lo tontos que son los objetos. Igualmente, el LSD no es para la gente con buena onda; es para los locos, los que están llenos de odio y quieren venganza. Es para gente que a menudo tiene ataques cardíacos. Deberían usarlo en la Convención de Génova.

Ahora que estás acercándote a los 30, ¿te preocupa el hecho de volverte más conservador, perder lo abierto que eres a la experimentación, volverte receloso al cambio?
No. Pero si sucede, sucede. ¿Qué puedo decir? No parece que haya mañana alguno. Cada vez que despierto, no importa en qué posición, siempre es el día de hoy. Mirar hacia delante y empezar a preocuparme por cosas triviales de las que nada sé no tiene más importancia que mirar hacia atrás y recordar cosas triviales. No voy a convertirme en un instructor de poesía para las colegialas; eso lo sé bien. Pero eso es todo lo que sé bien. Seguiré haciendo cosas diferentes, creo.

¿Cosas como cuáles?
Como despertar en diferentes posiciones.

¿Qué más?
Soy como cualquier otro. Seguiré intentándolo.

¿Incluyendo el robo y el asesinato?
No podría decir en verdad que no cometería robo o asesinato y esperar que todos me crean. Yo no le creería a nadie si me dijese algo así.
 
A mitad de los años 20, mucha gente empezó a sentar cabeza, a buscarse un lugar en la sociedad. Pero tú te las has ingeniado para seguir abierto y consecuente con lo que piensas. ¿Qué te estimuló para huir seis veces de casa entre los 10 y los 18 y abandonarla luego definitivamente por tu bien?
Nada en realidad; se trata tan solo de un accidente geográfico. Si hubiese nacido y me hubiese criado en New York o en Kansas City, estoy seguro de que todo habría resultado diferente. Pero Hibbing, Minnesota, no era el lugar indicado para que yo me quedase a vivir. En verdad no había nada allí. Lo único que podías hacer era dedicarte a la minería, e incluso ese tipo de cosas estaban yéndose en picada. La gente que vivía allí era gente agradable; estuve dando vueltas por todo el mundo desde que me fui de allí y ellos siguen destacándose del resto por lo abandonados que están. Las minas estaban muriéndose, eso es todo. Y no era su culpa. Todos a mi edad se fueron de allí. No era nada romántico. No te hace un genio ni un gran lúcido haberte ido y tampoco debes sentirte orgulloso de ello. No me escapé de aquel lugar; sólo le di la espalda. No podía darme nada. Estaba completamente vacío. Así que irme no fue tan duro; hubiese sido mucho más duro tener que quedarme. No quería morir allí. Igualmente, ahora que lo pienso, no es un mal lugar para volver y morir. No existe ningún lugar al que me sienta cercano hoy en día, ningún lugar del que me sienta parte, que no sea New York; pero no soy neoyorquino. Soy del Medioeste, de Minnesota y de Dakota del Norte. Tengo ese color. Hablo de esa manera. Soy de un lugar que se llama Iron Range. Mi cerebro y mis sentimientos provienen de allí. No perdería un brazo para salvar a un ahogado. Nadie de allí lo haría.

Hoy en día estás convirtiéndote en millonario. ¿Sientes el peligro de quedar atrapado por la influencia de serlo, por las cosas que puedes comprar?
No, mi mundo es muy pequeño. El dinero no podría hacerlo crecer. Tan solo puede impedir que se asfixie.

A muchas estrellas les resulta dificultoso involucrarse en el manejo empresarial de sus carreras, inclusive muchos acaban enredados al hacerse cargo. Como el hombre de tres carreras prósperas que eres –músico, compositor e intérprete- ¿te has sentido agobiado alguna vez al atender estas responsabilidades que nada tiene de creativas?
No. En verdad tengo gente que hace ese trabajo por mí. Ellos cuidan mi dinero, lo guardan. Están todo el tiempo con un ojo encima de él y se suponen que son muy listos en lo que respecta al dinero. Ellos saben qué hacer con él y yo les pago bastante. No hablo mucho con ellos y ellos no hablan mucho conmigo después de todo, así que creo que todo está bien.

Si la fortuna no te ha atrapado, ¿qué hay de la fama? ¿Crees que a las celebridades les resulta difícil mantener intacta su vida privada?
Mi vida privada estuvo en peligro desde el principio. Lo que hoy se agrega es una atmósfera diferente.

Solías disfrutar el andar vagando por todo el país –hacer viajes abiertos, errando de ciudad en ciudad, sin un destino preciso en mente. Pero hoy en día pareces estar haciéndolo menos. ¿Por qué? ¿Es porque te has vuelto muy conocido?
Principalmente es porque tengo que estar en Cincinnati el viernes a la noche y la próxima noche en Atlanta. Y la noche posterior a ésa, en Buffalo. Luego tengo que ponerme a escribir canciones para un nuevo álbum.

¿Ya no tienes tiempo para andar en motocicleta?
Soy aún un patriota del camino, pero ya no ando tanto en motocicleta, no.

¿Cómo te diviertes estos días?
Contrato a gente para que me mire a los ojos y luego me pegue patadas.

¿Y así te diviertes?
No. Luego los perdono; ahí es cuando empieza la diversión.

El año pasado le dijiste a un periodista, “He hecho todo lo que quería.” Si eso es verdad, ¿qué ansías hoy en día?
La salvación. Sólo la salvación.

¿Algo más?
Rezar. También me gustaría crear una revista de cocina. Siempre quise ser árbitro de boxeo. Quiero ser árbitro en un campeonato de pesos pesados. ¿Puedes imaginártelo? ¿Puedes imaginarte a cualquier boxeador dándose cuenta de que se trata de ?

Si tu popularidad menguara, ¿recibirías de buena gana al anonimato?
¿Te refieres a si lo recibiría de buena gana, como a un peregrino que sale de la lluvia? No, no la recibiría así; sin embargo, la aceptaría. Algún día, obviamente, voy a tener que aceptarla.

¿No has pensado alguna vez en casarte, asentarte, tener una casa, quizás vivir en el extranjero? ¿Hay algún lujo que te gustaría tener, digamos, un yate o un Rolls-Royce?
No, no pienso en ese tipo de cosas. Si tengo ganas de comprar algo así, lo haré. Pero lo que me estás preguntando es por el futuro, por mi futuro. Soy la última persona en el mundo a la que habría que preguntarle por el futuro.

¿Estás diciendo que vas a volverte pasivo y dejar que las cosas te sucedan sin más?
Bueno, eso es quizás muy filosófico, pero creo que es verdad.
 

Planeaste escribir una novela una vez. ¿Sigues en eso?
No creo. Todo lo que escribo va a parar a las canciones ahora. Ya no me interesan otros formatos.

¿Tienes alguna ambición que no hayas cumplido?
Bueno, creo que siempre quise ser Anthony Quinn en “La Strada.” No siempre en realidad –quizás los últimos seis años. No se trata de uno de esos sueños de niño. Ah, y ahora que lo pienso, creo que siempre quise ser Brigitte Bardot también; pero no quiero pensar mucho en todo eso.

¿Tuviste alguna vez el sueño estándar de niño de llegar a ser presidente?
No. Cuando era niño, el presidente era Harry Truman. ¿A quién se le ocurre querer ser Harry Truman?

Bueno, supongamos que fueses presidente. ¿Qué te gustaría llevar a cabo durante los primeros cinco días?
Bueno, ya que insistes, en broma, te diría que lo primero que haría sería mover la Casa Blanca. En vez de estar en Texas, estaría en lado este de New York. (N. del T: la Casa Blanca, de hecho, se encuentra en Washington, no en Texas). McGeorge Bundy tendría que cambiar definitivamente su nombre y habría que forzar al General McNamara a usar lentes oscuros y un gorro de piel. Reescribiría de inmediato “The Star-Spangled Banner,” (N. del T: himno nacional de Estados Unidos) y los niños en la escuela, en vez de memorizar “America The Beautiful,” tendría que memorizar “Desolation Row.” De inmediato también llamaría a Mao Tse-Tung; lucharía contra él en persona – y haría que alguien lo filme.


Una pregunta final: más allá de que estás más o menos retirado de la protesta política y social, ¿se te ocurre alguna circunstancia que pudiera persuadirte de volver a involucrarte?
No. A menos que toda la gente del mundo desaparezca.

3 comentarios:

Isi G. dijo...

Tan interesante como la primera parte de la entrevista :) Me encantan sus respuestas, y me recuerda lejanamente su forma de contestar a un amigo mío xD

Un beso^^

Victoria Karr dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Victoria Karr dijo...

Ayer la leí entera, ya que me dio por buscarla. Me encanta y sobre todo esta parte:

Ayer la leí entera, ya que la busqué íntegra. Pero me encanta...
Sobre todo:

"Suenas un poco fatalista.
No soy fatalista. Los cajeros de los bancos lo son; los oficinistas son fatalistas. Yo soy un granjero. ¿Se ha escuchado alguna vez a un granjero fatalista? No soy fatalista. Fumo muchos cigarrillos, pero eso no me hace fatalista."